Así lo señala Hugo Chávez: “Entré a Fuerte Tiuna y me tocó verlo en guerra. Fui a buscar gasolina con un compadre que era coronel. Me senté en su oficina y veo en el televisor aquel desastre. Salgo al patio, los soldados corriendo y unos oficiales mandando formación y a buscar los fusiles. Y le digo: ‘Mi coronel, ¿qué van a hacer ustedes?’. ‘¡Ay, Chávez!, yo no sé qué va a pasar aquí. Pero la orden que llegó es que todas las tropas salgan a la calle a parar al pueblo’. ‘¿Pero ¿cómo lo van a parar?’. ‘Con fusiles, con balas’, incluso dijo: ‘Que Dios nos acompañe, pero es la orden’. Vi los soldados salir, los soldados logísticos que no son soldados entrenados. Esos son los que hacen la comida, los que atienden los vehículos. Hasta a los mecánicos los sacaron y les dieron un fusil, un casco y bastante munición. Lo que venía era un desastre, como así fue”. Hugo Chávez.
Debe señalarse, que para ese momento el ministro de la defensa era el general de división Ítalo del Valle Alliegro, en el cual, ordenó activar el “Plan Ávila”, en la ciudad de Caracas en el que confería al Ejército la custodia de la ciudad, habilitándolos para el uso de armas de guerra al momento de contener las manifestaciones.
Las Fuerzas Armadas asumieron el control del orden público y se estableció un toque de queda a lo largo del territorio nacional. Ahora bien, pasados los 10 días de los acontecimientos, el presidente Carlos Andrés Pérez, solicitó la autorización del Congreso para mantener el estado de emergencia, la cual fue concedida aun cuando se restituyeron algunas garantías y se suprimió el toque de queda.
En el año 1998, un fallo de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, 10 años después de la masacre perpetrada por los cuerpos represivos del Estados como el ejército, cuerpos policiales, entre otros; ordenó al Estado venezolano indemnizar solamente a los familiares de 45 personas asesinadas durante la revuelta social. Todavía no se conoce el número exacto de muertos, heridos y desaparecidos en esos días de febrero y marzo de 1989.
En el Cementerio General del Sur, al oeste de Caracas, hay un sector conocido como “La Peste”, porque durante “El Caracazo” allí fueron llevados, amontonados y enterrados los cuerpos de los civiles asesinados en los barrios de Caracas; para luego ser ocultados en fosas comunes. En “La Peste” recientemente las autoridades encontraron una fosa común con 70 cuerpos no identificados; los cuales, no estaban incluidos en la lista oficial del Gobierno de Carlos Andrés Pérez.